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viernes, 3 de agosto de 2012

Caracas: ¿qué cómo estoy?

——¡Ahí voy!, en días alocados. Ayer amanecí encendida de un exquisito sol naranja por Petare. Hoy, con este chubasco que me ahogó el corazón, tuve que desbordar Catuche. ¡No pude hacer nada!... ¡Claro que lo vi!... ¿Cómo no verlos? Están allí en la zancada del río como si tuvieran una fortaleza... ¿Cómo no llorar? ¡Acaso soy de acero! Ese es mi pana Guaraira que se cree impoluto... ¡Sí, nos protege!, pero me dice a diario que está cansado de recibir palo; de recibir fuego y maltrato. Ya no sé qué hacer con él. ¡Sí!, pero tampoco puedo hacer nada por mi pana Güaire. ¿Y a dónde la lanzo? ¿Toda el agua sucia debe terminar en algún lado no? Bueno, eso queda en manos del hombre; yo sólo lo llevo a cuestas para sufrirlo y disfrutarlo, ¡no puedo cambiarlo! ¡Sí, claro que fui!, ¡qué bello!... Ayer me paseé por allí y me quede asombrada. Habían niños correteando con sus juguetes por doquier: Plaza Bolívar, El Calvario, Parque Francisco de Miranda, Casco histórico de Petare, Catia, Caricuao... ¡Estoy que brinco de contento! No me sentía respirando tan limpio y tan apacible desde que los techos rojos me adornaron al punto de colmarme la paciencia... Bueno chica, ¿¡son seres humanos no!? El humo y el bullicio que despiden sus motos es lo que más me atormenta; una vez más: eso queda en manos del hombre; yo sólo lo llevo a cuestas para sufrirlo y disfrutarlo... ¡Espera, eso sí es verdad que no lo voy a permitir! Cada árbol caído es un tubo de oxigeno menos... No sé cómo no se han dado cuenta que ese terreno es fangoso; que allí no se pueden montar edificios. ¡Sí vale! ¡Tampoco son tantos chica!, 444 años, ¡estoy jovencita!, ¡jajajajaja!... ¡Uyyyy!, ¡pero que bello ese piropo!... Yo también te quiero mi pequeña Venecia. ¡Gracias por llamarme!... Un beso...