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miércoles, 31 de marzo de 2010

Mujer...

Mujer, hoy amanece claro, y contigo a cuestas. Cuando abres tus ojos ya estas allí: viva ante la necesidad de correr tras tu necesidad; tras tus ganas de crecer y dar todo de ti a los tuyos, y a los no tan tuyos también.

Mujer, el inicio de tu dia se vislumbra duro: siempre lo será y lo sabes. ¿Cómo sorteas ese camino empedrado? ¿Cómo lo logras? ¿Cómo haces para escabullirte de cada resquicio de luz entre piedra y piedra?

Ya sé, ¡creo saber cómo lo haces! Subes la mirada, y tus ojos, sólo ven al frente: sólo ven la luz al final del camino y sólo piensas en llegar sin importar como. ¿Sabes?, te admiro por eso; siempre lo haré...

Mujer, hoy transcurre tu día como todos: con sinsabores y con alegrías; con lágrimas y sonrisas; con miedos y arrojo digno a vencerlos. Cuando abres linderos no hay quien te detenga. Sigues allí, bregando sobre tu tiempo como si fuera el último en vivir....

Mujer, a esta hora tal vez tienes sueño; ¡estas cansada! Pero sabes, como nadie, que no puedes desmayar; que el dia no culmina aún. Que apenas se asoma a la mitad y aún quedan horas para seguir en lo tuyo. ¿Cómo lo logras? ¿Cómo haces mujer para sostener tu cansancio? ¿Cómo haces para franquear cada minuto faltante sin claudicar?

Ya sé, ¡tal vez creo saber cómo lo haces! Te observas a ti misma y te das valor: sumas terquedad a tu andar y eso, te da energía. ¡Ah!, se me olvidaba; en tu casa, hay alguien esperando. !Eso también te da fuerzas!... ¿Quién te espera? No importa, también le darás lo mejor de ti, y eso, también te motiva.

Mujer, hoy anochece con lentitud y cuando quieres posar tu cuerpo en el descanso, aún hay cosas que hacer. Cuando quieres cerrar tus ojos, tu entrega imbatible a la responsabilidad no te lo permite. Te mantienes allí: incólume ante el tiempo y a la adversidad...

El fin de tu día en desparpajo absoluto, no deja dudas de lo duro que fue. Por un tiempo sabes que será así; aunque sabes que puede cambiar y que depende de ti: de que sigas en lo tuyo, en vivir cada segundo como si las agujas del reloj fueran a detenerse. ¿Cómo lo logras? ¿Cómo haces mujer para permitirte perder tu vida sin darte cuenta? ¿Cómo te lo permites? ¿Cómo te lo permiten?...

Ya sé, ¡de esto si no me queda duda! ¡Ya sé como lo lograste!

Un día mujer, te sentaste frente al parque: el día era asoleado, de árboles de un verdor inclemente a lo citadino, al smog de nuestros días. Allí, en el banquito mejor arreglado; aquel que no esta roto y que te apoya en la espalda, decidiste hacerlo. Decidiste ser mujer; ser madre; ser abuela; ser trabajadora; ser vecina; ser familia; ser sociedad y, por sobre todas las cosas, ser honesta y de una ética infranqueable...

¡Claro mujer! Al tomar esa decisión, no puedes ser diferente...

No cambies tú esencia. Sigue siendo lo que eres con premeditación y alevosía. Pero propongo entender algo: la pareja se hace igual que las matemáticas; sumando uno más uno igual dos (no uno, como reza aquel mito del amor sin límites; que por cierto, ¡no existe!...) Dos, que sumando sus fuerzas siempre abrirán espacios para que cada quien haga lo que quiere y debe hacer, sin temor a perder al otro y sin pudor sobre el amor...

Esto hará de la dureza del trajín diario, un halito de esperanza al reencuentro de nuestro ser y de nuestros sueños...